Texto desarrollado y adaptado por Aída Suárez
«Hay muchos finales y muchos principios, y un
siempre, y entre el final y el principio, el momento más breve de todos, y en
estos momentos es posible el cambio, el cambio volátil y profundo. Encontrar
ese momento, agarrarlo, abrazarlo, cambiar en él, ése es el impulso de la
evolución. Ése es el momento del caos, de un orden superior, del desorden de
los dioses, pero orden al fin y al cabo.» Rhoda Lerman, the Book of the Night
“Cuando entramos en una fase de espesura de
nuestra vida, entramos en un período de vagar sin rumbo y en una época de
crecimiento potencial del alma.”
Descender…el descenso nos visita de cuando en vez,
es como un viaje a un mundo subterráneo, al lado oscuro de nuestra alma, el
vientre de la ballena, o simplemente como una depresión pero hay siempre algo
que lo desencadena, algo que se nos presenta como un desafío emocional
importante y que siempre abre camino a un desmembramiento y después al
descenso…
Confusión
Desorientación
Sufrimiento repentino
Pérdida
Dolor inexplicable
Irritabilidad
Sin fuerza
Alejamiento
Desilusión…
Y de alguna manera comenzamos a culpar a los demás
de nuestro dolor (casi sin darnos cuenta).
Acabamos llegando a la ira, la rabia, al dolor y
al desprecio.
Cuando nuestro corpo, nuestras emociones, nuestra
racionalidad, nuestra alma descienden nos invade una sensación de No Tiempo, no
hay horas porque todo en nosotras es demasiado denso, oscuro, inhóspito.
Húmedo, frío…no hay atajos, ni respuestas fáciles… nos sentimos desnudas y se
nos hielan los huesos.
¿Pero para que descendemos?
Quizás una desciende a sus profundidades para
reclamar las partes de si misma que fueron desgajadas.
Sin duda es una tarea dolorosa pero estoy segura
que invariablemente nos fortalece como mujeres y puede incluso aclararnos
muchas cosas, si estamos dispuestas a ello.
Por mi camino me di cuenta que las mujeres (al
menos las cercanas a mi) llegan a ese estado de ira, de rabia, de dolor y de
desprecio a través de su familia originaria, de la cultura que la rodea, de
adiciones y, a veces, de un trauma sufrido en la edad adulta.
En mi familia, de extenso linaje femenino,
identifico mujeres doloridas que desarrollaron una capacidad de percepción
impresiónate. Son mujeres que caminaron por el bosque con un intenso saco de
dolor y que por el camino han ahondado exhaustivamente en el. Pero miro su mapa
y veo lo difícil que fue cada paso y como llegaron al momento en que tuvieron
de tomar una decisión, quizás la más importante de su vida y es la de sentirse
amargadas o no.
Están hasta la coronilla de todo (y de todos), ya
no pueden más, todo esta roto. Se sienten como un cuerpo que ha acumulado,
durante demasiado tiempo, demasiados escombros.
¿Pero llegadas a este punto
que ocurre?
Pues un poco de todo: Huidas, culpabilizar a los
demás, negaciones, amargura, malas palabras, mentiras, falsos escapes y en
algunos casos el regreso a la naturaleza instintiva que las ayuda a no hundirse
en la amargura, revivir y renacer.
Pero no es fácil enfrentarse a una misma ¿verdad?
No es fácil mirarnos con los ojos de la verdad en el espejo. No es fácil
aceptar nuestra fragilidad, nuestro miedo, no es fácil sanar las pequeñas
muertes que vamos experimentando a lo largo del camino, no es fácil… por eso
nos escondemos de tras de… Tu, ¿detrás de que te escondes? ¿De que huyes?
Se que en la primera mitad de nuestra vida hemos
ido en miles de direcciones y acabamos aisladas, hemos visto como sueños y
esperanzas se han truncado… ¿pero será que vale la pena seguir escondidas?,
¿Será que vale la pena seguir mintiéndonos a nosotras y a los demás?, ¿Será que
vale la pena seguir sufriendo? ¿Será que nos sirve para algo estar
constantemente mirando, juzgando la vida de las demás (y de los demás),
evitando así mirar para la nuestra?
Lo que quiero decir es que por mucho que duela
quizás vale la pena echar un vistazo a la PROPRIA vida y marcar los lugares
donde se han producido esas muertes cotidianas y esas muertes del alma. Porque
todos, mujeres y hombres, tenemos que dar por terminados los acontecimientos
pasados, no quiere decir que tenemos que perdonar (las cicatrices son para
siempre) pero si que tenemos que sanar.
No es fácil la tarea, no es fácil echar toda la
cólera para fuera, quizás porque hacerlo nos puede obligar a revivir lo que
deseamos no recordar… pero he aprendido que la cólera puede ser constructiva si
la utilizamos como motivación para la búsqueda de apoyo, de ayuda… si no la
usamos a nuestro favor se transformara nuevamente en obstáculo, para nuestro
pensamientos, muestra acción.
Se que todo esto es difícil cuando nos sentimos
olvidadas, cuando sentimos la falta de respeto, la temeridad, la arrogancia o
la ignorancia hacia nosotras mismas. Cuando nos damos cuenta de lo que estamos
haciendo con nuestra propia vida y no queremos aceptarlo y enfrentarlo.
No tengas miedo siéntete, enfréntate deja que la
cólera arda hasta que lo contamine todo con su humo y poco a poco (muy, muy
lentamente) se apague (aunque no se extingue para siempre).
Enfrenten vuestras adiciones,
vuestros miedos,
vuestras ansias,
vuestros fantasmas,
vuestros “fallos”.
Miremos aquellas partes de nosotras mismas que no
queremos ver: nuestra pasividad, la decepción o la culpa que proyectamos en
otros, nuestra avaricia, etc.
Es el lugar de la muerte tanto como el da la nueva
vida que espera dormida, el momento de la necesaria destrucción y de la
sanación. Durante el descenso atravesamos un periodo de introversión o de
depresión, un lento y doloroso autoembarazo en el que desechamos identificaciones.
Donde experimentamos un sentimiento de vacío, de exclusión y desvalorización.
Nos sentimos huérfanas, sin hogar, como si todos nos volvieran la espalda, nos
dejaran de lado. Nos podemos sentir desnudas y en evidencia, áridas y crudas.
Experimentamos la ruptura.
Solo debemos una cosa a nosotras mismas durante el
descenso, concedernos el tiempo necesario y realizar un esfuerzo para
renovarnos, para cambiar de piel como la serpiente y transformarnos. No tengan
miedo del dolor, no se distancie de el.
Identifiquen las perdidas físicas y emocionales
que han experimentado a lo largo de vuestra vida, vuestras decepciones y sueños
no realizados, los papeles que habéis jugado y las relaciones que han cambiado
o terminado.
¿Como les habéis hecho frente?
«El espíritu, podría volar hasta el cielo, pero el
alma, ella tiene que ir a sus profundidades, al fondo de sí misma. Lo profundo
del ser a lo más profundo de sí.» Rhoda Lerman
abrazo Raiz
Aida Suaréz
Lecturas que acompañan:
*Mujeres que corren con lobos, Capitulo 12 – La
demarcación del territorio: Los límites de la cólera y el perdón. Clarissa
Pinkola estés
* El viaje heroico de la Mujer, Parte 3 –
Iniciación y Descenso. Maureen murdock
Gostou das expressões e frases contidas neste blog, se for usar, cite a fonte, Obrigada!
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Querida Aida grata por este texto, neste momento <3
ResponderEliminarEncaixou perfeitamente neste capítulo do meu descenso :)
Efectivamente dói, mas é uma dor contrutiva, em que me olho como jamais me tinha olhado, tão profundamente.
Grata.
*construtiva
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